Las divinidades de los Guanches

Volcán Teide

Las creencias religiosas de los antiguos pobladores de Tenerife estaban basadas en el culto a entidades «elementales», personificaciones de las fuerzas de la naturaleza y organizadas jerárquicamente según su relevancia. Estos espíritus daban sentido al mundo de nuestros antepasados y ofrecían consuelo y esperanza ante las indomables y caprichosas fuerzas naturales.

Achamán, o el Dios de los Cielos, fue el creador de los elementos (fuego, aire, agua y tierra) y avatar de todo lo bueno y quien traía la buena fortuna a los hombres. En contraposición directa con él estaba Guayota, un demonio con forma de perro lanudo y que habitaba en el interior de Echeide (Teide) la montaña sagrada.

Chaxiraxi, la Madre del Sol de los guanches, sería posteriormente «castellanizada» con la imagen de la Virgen de Candelaria. La festividad de la cosecha, llamada Beñesmer, se celebra en su honor.

Magec, el dios del Sol y de la Luz. Según se cree, los guanches lo representaban mediante el dibujo de una espiral. Cuenta la tradición que fue secuestrado por Guayota, quien lo encerró en las profundidades del infierno (bajo el Teide) pero Achamán, ante las súplicas de los guanches, derrotó a Guayota, liberó a Magec y «taponó» el cráter de la montaña sagrada. Por esto, cuando entraba en erupción era costumbre encender hogueras para espantar al espíritu del resentido demonio.

En el nivel más bajo, se encontraban los llamados «dioses padreros», se trataba de entidades sobrenaturales que, aunque no entraban en la categoría de dioses, si que mediaban entre los humanos y la Diosa Madre.

En cuanto a la creación de los hombres, también se le atribuye a Achamán. Al principio de los tiempos, Achamán estaba solo ante el vacío, la luz no tenía color. Después creó los elementos y la vida, y desde lo alto de las montañas se solazaba contemplando su obra. Pero un buen día, mientras estaba en lo alto de Echeide, pensó que debía compartir tanta belleza con alguien, así que decidió crear a los hombres, para que pudieran admirar, disfrutar y conservar su obra.

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